domingo, 12 de junio de 2011

El verdadero sentimiento

Acabo de ver a una mujer parada en una esquina. Tenía muy mal aspecto: sucia, andrajosa, con un vaso de cerveza en la mano, una mochila en la cabeza (que lucía bastante pesada por cierto), descalza y con un pantalón cuyo cierre entreabierto dejaba ver una prominente panza.

Me quedé muy callada por largo rato, mientras le daba vueltas a la idea en mi cabeza. Nunca he querido atribuirle despropósitos a Dios (pues Él es Soberano, bendito sea Su Nombre) pero no sabía qué sentir.
No era envidia, por que no me gustaría estar en su situación, ya que me atrevería a afirmar que la pobre señora era una enferma mental.

No estoy resentida ni nada por el estilo, he aprendido a vivir y ser feliz a pesar de que mis planes no siempre salgan de la manera en que yo los deseo.

Lo que sentí se parece más a la pena y a la lástima. No quiero ni pensar qué clase de vida podría tener ese bebé. Si heredaría la patología psicológica o nacería con algún defecto como resultado del alcohol. Cómo si no fuera ya suficientemente grave, probablemente esta mujer nunca ha ido a un control prenatal y estoy segura de que esto complica mucho más el cuadro. 

No se ni cómo terminar este post, no hay forma de hacer un remate gracioso, en situaciones como esta no cabe ni el menor atisbo de una sonrisa.

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